miércoles, 23 de abril de 2014

Memoria versus Razonamiento

Estoy cacharreando. Hoy tenía tiempo. A veces me gusta ir de un enlace a otro y viajar sin rumbo. No sé cómo he llegado a este enlace que me ha llamado la atención. Su lectura me lleva a reflexionar sobre muchas cosas que me interesan, pero creo que se pueden simplificar en dos o tres preguntas: ¿cómo aprendemos? y ¿para qué o por qué aprendemos?

Soy profesora de matemáticas y me gusta enseñar. Me gusta enseñar matemáticas, pero también otras muchas cosas...

-Aquí me paro; me paro a pensar...¿me gusta enseñar?...

No.

Creo que lo que de verdad me gusta es que mis alumnos aprendan. Por eso cuando simplifico todo este problema de la educación, los malos resultados, la falta de motivación, la falta de esfuerzo, la falta de respeto...y un largo etcétera de los problemas que surgen en las clases de secundaria, en esos pequeños grandes; en esos chicos que se están haciendo mayores y que viven en un mundo paralelo, diferente...siempre me pregunto lo mismo ¿cómo aprenden?

No puedo evitar mirar hacia atrás y pensar en ¿cómo aprendí yo?...pero quizá esto no me resuelva el problema. No estamos en la misma época, ni en la misma sociedad, quizá me atrevería a decir que no hablamos el mismo lenguaje, o mejor dicho, la comunicación y las formas de comunicarnos son bien diferentes, por no hablar de las costumbres.



En mi caso, desde luego en secundaria, (bueno yo era de B.U.P.), y en esa época, mi deber era estudiar y yo era una chica obediente. Era una obligación y no se cuestionaba. Sí que es cierto que dentro de todas las materias que estudiaba había cosas que me gustaban, pero en general no estudiaba por gusto y me costaba horrores memorizar...bueno, me sigue costando horrores, quizá ahora más, porque por aquel entonces estaba yo mucho más entrenada en esa tarea. No era una estudiante de sobresaliente, nunca me gustó sobresalir en clase, era la timidez personificada, así que con ir aprobando bastaba. Para aprobar solo había que memorizar y retener esquemas, fechas, autores,...hasta el examen. A los pocos días se me olvidaba todo.

Recuerdo que me costaba tirar los cuadernos de clase ( jolines, con lo que costaba escribir todo aquello) y los iba amontonando hasta que ya no había sitio en casa y mi madre nos obligaba a hacer limpieza. Entonces me pasaba el día releyendo cuadernos antes de tirarlos y me costaba creer que aquello lo hubiera escrito yo misma, porque no me acordaba de nada.

Este problema es mío, personal; me falta memoria, soy malísima en esto. Otras personas tienen más facilidad para memorizar y retener datos, yo soy negada. Este hecho, evidentemente, me condiciona y muchas veces pienso que puedo estar equivocada por ello, pero no puedo evitarlo.

¿Para qué me sirvió aprobar B.U.P.? En primer lugar para tener paz y libertad en casa, eso pesaba bastante. El conocimiento que adquirí en aquella época me sirvió, sobre todo, para saber algo de cultura, lo fundamental para sobrevivir. Muchos datos desarrollaron mi escasa memoria, y eso también estuvo bien. Datos que conocí y que olvidé, pero que supe en algún momento y que me permitió saber que tampoco eran necesarios en mi vida...en aquella vida que llevaba yo de adolescente. Como cuando alguien te dice que un libro que no has leído está fenomenal, o que no puedes dejar de ver esa película que no has visto...hasta que no lo lees o hasta que no la ves, no sabes si es realmente cierto. Pues B.U.P. fue algo parecido para saber por dónde tenía que encauzar mi vida, y qué era lo que sí me había gustado y lo que no.

Quizá si estudiase ahora secundaria, no llegaría al mismo razonamiento que entonces, porque ahora me interesan cosas muy diferentes a lo que le interesaba a aquella adolescente. Fue quizá una búsqueda de mi potencial, de mis aptitudes, de mi inteligencia; vamos, en definitiva de lo que a mi me iba más. Y me iban las matemáticas, pero me iban, sobre todo, porque era la única asignatura en la que no tenía prácticamente que memorizar nada. Todo era muy práctico: problemas, cálculos, razonamientos, demostraciones...poco, muy poco que memorizar. Lo ideal para mi.

Decidí estudiar exactas y acerté. Me encantó mi carrera. El primer año fue duro, no voy a negarlo, no soy ningún cerebrito, ni tengo grandes aptitudes, pero a partir del segundo año disfruté de lo lindo. Podía tirarme horas y horas practicando álgebra, análisis matemático, geometría, resolviendo problemas, razonando, pensando...no me costaba estudiar, porque para mi no era "estudiar", era descubrir. Descubrir nuevos teoremas, construir nuevas teorías, detallar, generalizar, buscar soluciones, imaginar el genio que inventó ese teorema o esa maravillosa demostración. Para mi todo esto era divertido, y mucho. Nadie me obligaba a estudiar una carrera. A diferencia de lo que fue B.U.P., que fue una obligación impuesta, mis estudios universitarios eran totalmente elegidos por mi, lo que a mi me gustaba, lo que a mi me interesaba. Esa diferencia es lo que para mi, marca la diferencia entre estudiar y aprender.

En el texto que enlazo al principio, hay una frase que me ha llamado la atención:

  "...como es absolutamente evidente, no se puede comprender algo que se ignora y, por tanto, para poder comprender ese algo es necesario previamente aprenderlo de memoria."

Mi cerebro no funciona así. Yo tengo que comprender algo, tengo necesariamente que razonar algo para poder fijarlo en mi memoria. Así me licencié en exactas y así aprobé una oposición. Pero puede que el cerebro de la persona que ha escrito ese texto, funcione de otra manera, y que cada uno aprenda de una forma distinta según sus aptitudes. Nosotros, como docentes, tenemos que potenciar esas diferencias y entender que cada uno es distinto y aprende de forma diferente.

Cuando alguien quiere aprender algo, no hace falta nada más...pero si no está interesado, entonces es muy difícil enseñar. Para que esas pequeñas grandes personitas que son los adolescentes aprendan, tienes primero que buscar sus motivaciones, acercarte a sus intereses y hablar el mismo idioma que ellos, a ser posible.